sábado, 21 de diciembre de 2013

De Témporas y Antífonas



I

En los tiempos de Francisco, el humo de Satanás parece haberse convertido en los efectos especiales permanentes de un reality show interminable. Que, en primera aprehensión se asemeja a una especie de rutina de humor pobre,  como un stand up comedy improvisada por un dentista o un bingo parroquial de jubilados. Pero de jubilados setenteros. Hippies y jerarcas de alguna filial provinciana de un PC prosoviético y burocratizado, del tiempo de la "coexistencia pacífica".  Pero mediante un juicio y un posterior razonamiento, se  nos revela el propter quid de todo el asunto: la Revolución se ha desplegado de manera más absoluta y general en la Iglesia.  

No sería más que eso de no ser por las mass media y las redes sociales, mezcla de fuerzas inconscientes, casi "de la naturaleza", con un corral sin rejas interminable (cuyo centro se encuentra en todas partes y su circunferencia en ninguna) de Estulticia Grotesca y Subhumana.

Los mass media y las redes sociales, tergiversadores torpes y generadores de misteriosas olas (memes, que les dicen), que traspasan los continentes y difunden entre los círculos opinadores interminables cataratas de odio o de cariño, eran calificados, en los tiempos de Benedicto XVI y su cotidiano asesinato mediático, como tergiversadores torpes y etcétera por los múltiples Lombardis de cada parroquia y quiosco eclesial.

Llegó Francisco y los mass media y redes sociales siguieron tan tergiversadores y tan aparentemente misteriosos. Y lo canonizaron. Demás está decir que los Lombardis de cada turno no se callaron, sino saludaron encomiosamente el "nuevo-estilo-del-Pontífice". ¿"Eclesialidad"? No, cratolatría de la peor especie.

El novelista alemán Martin Mosebach escribió hará algunos años un ensayo famoso titulado La Herejía de lo Amorfo (Formlosigkeit).  Ahí señalaba cómo la fealdad, expresada por la tiranía de lo amorfo y lo informal, había destruido a la liturgia romana e in extenso, a la civilización occidental, a través de vaguísimos subterfugios a veces seudohumanistas, a veces totalmente nada. Simplemente nada. Ahora, con Francisco, lo Amorfo reina, ya no como un cáncer que devora a la Iglesia ante la impasibilidad de los Pontífices (como ocurre desde el Concilio), sino como un Mandamiento. Aquel que no sea Amorfo es inmediatamente condenado a la única gehenna que todavía queda: la de los "triunfalistas mundanos que buscan seguridades doctrinales y que no encontrarán nada y que pecan contra el Espíritu Santo" (cfr: Entrevista a La Civiltá Cattolica y exhortación apostólica Evangelii Gaudium)

Pero, más allá de las infestaciones, démonos un respiro para ver cómo era (y es) la Iglesia en situaciones normales.


II


Hoy es Sábado de Témporas de Adviento, el tiempo más penitencial (pues las témporas son tiempos de ayuno celebrados por la Iglesia en los cuatro cambios estacionales del año) del tiempo penitencial que es el Adviento. También, hoy 21 de noviembre, es Solsticio -de Verano en nuestro hemisferio- y la Iglesia canta la quinta de las Antífonas Mayores, O Oriens

"Oh, Sol Naciente, esplendor de luz eterna y sol de justicia, ven e ilumina a aquellos que viven en la oscuridad y en la sombra de la muerte"

Sabios y santos, los ritos tradicionales de la Iglesia romana.

"Con el séptimo día antes de Navidad comienza en las vísperas al Magníficat el canto festivo de las siete Antiphonae Maiores, llamadas antífonas O, de la vocal con la que comienzan: O Sapentia... O Adonaí... O Radix lesse... tan profundas en su genial simbolismo. 
"Fueron probablemente compuestas en Roma, de donde pasaron en el siglo VII a Inglaterra y después a Francia; Amalario nos ha dejado un comentario. Callewaert tiende a señalar como su autor a San Gregorio Magno. Sus iniciales, leídas en sentido inverso, forman el acróstico ero cras (estaré mañana). Del tiempo de las antífonas O, que en los libros litúrgicos romanos son siempre siete, otras iglesias compusieron antífonas análogas, cantando nueve o también doce, como atestigua Durando.El oficio de la vigilia de Navidad está todo iluminado con la luz de la fiesta inminente. La buena nueva Hodie scietis quia veniet Dominus et mane videbitis gloriam eius resuena en el invitatorio de maitines, se repite con gozosa impaciencia en los responsorios del nocturno y de las horas, en el introito y en el gradual de la misa. El anuncio oficial, que se da en el coro a la hora de prima con la lectura del martirologio, es hecho por el sacerdote con pluvial y previa solemne incensación. El texto mismo del martirologio en esta circunstancia es de indecible solemnidad: En la misa, cuyo oficio tiene la preferencia absoluta sobre todas las fiestas, los ministros toman la dalmática y la tunicela y se lee el evangelio Cum esset desponsata mater lesu Maria loseph, para que se sepa, nota Durando, que alii fuit desponsata scilicet loseph, et ab alio juit foecundata, scilicet a Spiritu Sancto. Está lleno de significado el canto del ofertorio Tollite portas, principes, vestras... del salmo 23, va anunciado en la misa del miércoles de las témporas. El salmo fue compuesto en un principio, para acompañar procesionalmente el retorno triunfal del arca de la alianza al santuario del monte Sión. Los grandes portales de las murallas de Jerusalén, que se abrían para recibirla, dieron ocasión al lírico diálogo litúrgico que se cambia entre el coro del cortejo y el coro que espera al otro lado de las puertas. Sión, en la aplicación de la liturgia, representa en esta misa el mundo, que Jesucristo ha santificado con su misericordiosa llegada, haciendo en esta noche la entrada; el arca de la alianza simboliza María Santísima, su Madre."
(RIGHETTI, Mons. Mario: Historia de la Liturgia.

Ésta es, queridos lectores, nuestra Iglesia. No otra. Luchemos por ella. Pase lo que pase y pese a quien le pese. No sé ustedes, pero en esta Sacristía no queremos el triste y grotesco destino de morir protestantes , aun sin saberlo. 

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